INTRODUCCIÓN
La
formación y cultura docente no se limitan únicamente al aspecto académico se
manifiesta y produce también en la vida cotidiana, más allá del salón de
clases, más allá de cualquier planeación educativa.
Se
centra alrededor de los procesos de interacción que se generan entre los mismos
estudiantes, entre éstos y los profesores fuera del ámbito de los planes y
programas de estudio de las licenciaturas, con la institución en el sentido más
amplio, al margen del currículum y de la práctica educativa en sentido
estricto.
Para
analizar la cultura y la formación docentes se deben contemplar las
interacciones que el académico tiene con otros actores y la forma en que se
desenvuelve en diversos espacios, que son a su vez de contextura compleja y
dinámica. También tiene mucho que ver la propia institución, pues el docente se
desenvuelve en un marco institucional que se concreta en el currículum, que
responde a su vez a un proyecto institucional y nacional que incluye
conocimientos, valores, prácticas, identidades y culturas.
Es a
partir de la información que los académicos reciben en distintos medios dentro
y fuera del aula y de las interacciones que sostengan con la institución y sus
diversos actores, que construyen su cultura docente, una cultura que a su vez
orienta y transforma su accionar cotidiano, su discurso y sus prácticas dentro
y fuera del salón de clases.
Las
culturas funcionan como patrones de intercambio precisamente porque forman una
coherente red de significados compartidos que los individuos generalmente no
cuestionan y se admiten como marcos útiles y presentes en los procesos de
comunicación. Los significados se objetivan en comportamientos, artefactos y
rituales que forman la piel del contexto.
La
cultura es el conjunto de formas y expresiones que caracterizarán en el tiempo
a una sociedad determinada. Por el conjunto de formas y expresiones se entiende e incluye a las costumbres,
creencias, prácticas comunes, reglas, normas, códigos vestimenta, religión,
rituales y maneras de ser que predominan en el común de la gente que la integra.
La
cultura es la base y el fundamento de lo que somos esta existe en nosotros
desde el momento en que nacemos y es el aporte moral e intelectual de nuestros
progenitores en un inicio y de nuestro entorno posteriormente. Los pueblos del
mundo, desde su fundación, van desarrollando su cultura, la cual, se plasma en
sus formas de vida, organización social, filosofía y
espiritualidad; normalidad ética y jurídica; arte, ciencia y
tecnología; economía y comercio, educación; memoria histórica, lengua y
literatura entre otros. El conjunto de estas disciplinas y vivencias forman la
identidad cultural de las identidades y les provee los instrumentos necesarios
para su desarrollo en el marco de ese contexto.
Una de las
formas en la que los pueblos dinamizan su cultura y mantienen su identidad es a
través del conocimiento y la práctica de sus mismos valores. La cultura su
incidencia en el pensamiento y el que hacer docente. Profundizar en la cultural y su incidencia en la trasformación del
pensamiento y la práctica de los docentes, su foco principal
de atención es el estudio de teorías y creencias implícita en sus estudiantes
en la formación del pensamiento practico (Pérez y Gimeno 1988). La
socialización se desarrolló en una relación dialéctica de intercambio entre los
sujetos con su cultura y su contexto de las exigencias institucionales, que se
convierten en constructores subjetivos.
Desde la perspectiva de la ética del cuidado, el
buen ejercicio profesional docente incluye la creación de relaciones de
confianza mutua, que permiten al profesorado conocer a su alumnado y plantear
las intervenciones educativas en función de los intereses y las necesidades de
este.
El
profesorado, que realiza prácticas docentes buenas, también es un ciudadano
ético, puesto que contribuye a generar capital social en la comunidad civil a
la que pertenece. Las buenas prácticas docentes generan la confianza de los
ciudadanos en el profesional y en sus colegas de profesión, satisfacen las
expectativas sociales sobre el significado de la profesión y la fiabilidad de
esta para resolver los problemas personales y sociales.
Cuando una sociedad tiene capital social abundante
se facilitan las relaciones de sus miembros, se dinamizan las energías propias
de esa sociedad y se produce desarrollo humano. Las prácticas docentes que
generan capital social son aquellas que encarnan los valores de la ética civil,
es decir, prácticas que potencian la autonomía del profesional y de los
usuarios, las relaciones horizontales entre los miembros de la sociedad y el
respeto entre los actores de la comunidad educativa.
En el
contexto actual del mundo postmoderno la profesión docente
es pensada como una profesión que responda a las demandas de la sociedad.
La lógica esencial de la profesión docente busca los conocimientos y
habilidades generalizados con un dominio de contenido. Buscan formar personas
capaces con valores y capacidades para enfrentar la vida día tras día. La
docencia, y el docente junto con ella, no debe quedar limitada a ser uno de los
elementos esenciales del proceso enseñanza aprendizaje, ni ser un tutor, ni un
facilitador, ni una estrategia del aprender a aprender. Su compromiso también
está mucho más allá del espacio escolar e institucional. Símbolos de la
profesión docente. Vivimos tiempos de cambio. Cambios sociológicos, económicos,
valóricos, demográficos, culturales, que están desafiando constantemente la
capacidad de equilibrio, integración e innovación de nuestras sociedades y sistemas. Una
de las características de la sociedad en la que vivimos tiene que ver con el
hecho de que el conocimiento es uno de los principales valores de sus
ciudadanos. El valor de las sociedades actuales está directamente
relacionado con el nivel de formación de sus ciudadanos, y de la capacidad de
innovación y prendimiento que estos posean.
Uno de los importantes
roles que desempeña el docente es el de servir de mediador entre la cultura y
el estudiante y no sólo, como se creyó tradicionalmente, transmitir los
conocimientos propios de la asignatura que orienta. Como profesional cumple con
una gran diversidad de tareas a través de los cuales puede aproximar a sus
estudiantes a las creaciones culturales de las sociedades mundiales y a las
creaciones de su sociedad particular o local.
Existen muchas formas de
acceder a los productos de la cultura, especialmente desde la invención de los
medios masivos e inmediatos de comunicación. Esto implica que cualquier persona
está en la posibilidad de tener acceso a la información, con lo que podríamos
pensar que el papel del docente como transmisor de conocimientos ya no tiene la
importancia que tuvo en el pasado.
No obstante, a pesar de los avances tecnológicos aplicados a la educación, el docente sigue siendo fundamental en la construcción de conocimientos ya que ninguna tecnología podrá sustituir jamás el componente afectivo del acto pedagógico. Efectivamente, en el acto pedagógico hay una continua interacción entre los estudiantes y de estos con el docente, creando unos valores que difícilmente se darían sin la actividad orientadora del maestro.
No obstante, a pesar de los avances tecnológicos aplicados a la educación, el docente sigue siendo fundamental en la construcción de conocimientos ya que ninguna tecnología podrá sustituir jamás el componente afectivo del acto pedagógico. Efectivamente, en el acto pedagógico hay una continua interacción entre los estudiantes y de estos con el docente, creando unos valores que difícilmente se darían sin la actividad orientadora del maestro.
Es, precisamente, el
docente quien anima a sus estudiantes para que alcancen las metas propuestas,
para que descubran y exploten sus capacidades, para que generen hábitos y
conductas deseables, para que produzcan en el campo académico y axiológico,
para que se conviertan en constructores de su proyecto de vida y para que
adquieran, gradualmente, un mayor nivel de responsabilidad y de autonomía.
De otra parte, es bueno anotar que allí no termina la actividad del docente. Por el contrario, podríamos afirmar que esta es secundaria ya que lo primordial es servir de mediador entre la cultura y sus estudiantes. Es decir, que el docente acerque a sus estudiantes a los productos de la ciencia, del arte, de la tecnología y que, a más de eso, lo incentive a adentrarse en ellos, a que descubra que todo conocimiento, todo producto es el resultado de un proceso social histórico y no el resultado espontáneo de la actividad aislada de un genio.
De otra parte, es bueno anotar que allí no termina la actividad del docente. Por el contrario, podríamos afirmar que esta es secundaria ya que lo primordial es servir de mediador entre la cultura y sus estudiantes. Es decir, que el docente acerque a sus estudiantes a los productos de la ciencia, del arte, de la tecnología y que, a más de eso, lo incentive a adentrarse en ellos, a que descubra que todo conocimiento, todo producto es el resultado de un proceso social histórico y no el resultado espontáneo de la actividad aislada de un genio.
El docente, mediante su
actividad racional, debe propiciar en sus estudiantes el interés por conocer
que él no es un ser aislado, antisocial y antihistórico, sino que debe saberse
como el producto de un continuo proceso de socialización, entendido este como
el juego recíproco entre sujetos y entre ellos y la cultura; siendo allí en
este juego recíproco en el que se hace real el dominio o la emancipación del sujeto
humano y de los grupos humanos.
Actualmente
existe una fuerte relación entre escolaridad y formación. Por lo que en muchas
ocasiones se utilizan palabras como capacitación, profesionalización,
actualización, adiestramiento u otras similares como equivalentes de formación.
Esto sucede debido a las características de la sociedad moderna, en donde los
conocimientos que una persona posee deben ser avalados por un título,
certificado o diploma expedido por alguna institución educativa, esto con el
fin de integrarse en el mundo laboral y productivo que la sociedad moderna
exige. Se demerita, de esta manera, toda formación que no esté avalada por una
institución educativa, que no esté certificada.
En el
caso de los docentes existe incluso un mercado de la formación, se ofertan
cursos, talleres, diplomados, posgrados donde se forman docentes y se certifica
su formación, y es un mercado con mucha demanda. Sin embargo, con lo aquí
discutido, concluyo que la formación es algo mucho más complejo. La formación
docente no es únicamente la escolaridad, los grados académicos, cursos,
talleres o diplomados obtenidos por los profesores, es un fenómeno de mayor
complejidad que se da en la vida cotidiana, que no excluye la formación
académica formal o no formal, pero que incluye muchos otros elementos que se
dan en las interacciones sociales cotidianas, en la cultura docente.
Actualmente
vivimos lo que se podría denominar una cultura docente de la certificación, un
afán por obtener la mayor cantidad posible de constancias que certifiquen que
el profesor ha sido formado y así obtener diversos beneficios laborales.
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